Si bien el consumo de drogas ilegales por lo general disminuye una vez pasados los primeros años de la adultez, casi un millón de adultos de 65 años o más viven con un trastorno por consumo de drogas, según datos reportados en el 2018.1 Entre el 2000 y el 2012 no hubo una gran diferencia en la cantidad total de ingresos a centros de tratamiento; sin embargo, el porcentaje de ingreso a tratamiento de los adultos mayores aumentó del 3.4 al 7.0% en ese período.
¿El alcohol y las drogas afectan de modo diferente a los adultos mayores?
Es posible que al avanzar en edad se produzcan cambios sociales y físicos que pueden aumentar la vulnerabilidad al uso indebido de drogas. Se sabe poco sobre los efectos de las drogas y el alcohol en un cerebro que está envejeciendo; no obstante, los adultos mayores por lo general metabolizan las sustancias con mayor lentitud y su cerebro puede ser más sensible a las drogas. Un estudio sugiere que, en comparación con grupos de control que no consumen cocaína, en las personas adictas a la cocaína en la juventud puede acelerarse la declinación relacionada con la edad de la materia gris del lóbulo temporal y el lóbulo temporal puede ser más pequeño. Esto podría hacerlas más vulnerables a las consecuencias negativas del consumo de cocaína a medida que envejecen.
Los adultos mayores pueden ser más propensos a experimentar cambios en el estado de ánimo, enfermedades pulmonares o cardíacas y problemas de memoria. Las drogas pueden empeorar estos trastornos y exacerbar las consecuencias negativas que su consumo tiene sobre la salud. Además, los efectos de algunas drogas —como el deterioro de la coordinación, el buen juicio y el tiempo de reacción— pueden causar percances tales como caídas o accidentes automovilísticos. Ese tipo de lesiones pueden representar un mayor riesgo de salud en este grupo que en las personas más jóvenes y probablemente coincida con tiempos de recuperación más largos.
Medicamentos recetados
Con el envejecimiento tienden a surgir problemas de salud crónicos. Los adultos mayores con frecuencia toman más medicamentos que otros grupos etarios, lo que genera un mayor índice de exposición a medicamentos potencialmente adictivos. Un estudio de 3,000 adultos de entre 57 y 85 años indicó que la mezcla de medicamentos recetados, medicamentos de venta libre y suplemento dietéticos es común. Más del 80% de los participantes tomaban al menos un medicamento recetado a diario, y casi la mitad tomaba más de cinco medicamentos o suplementos, lo que coloca a casi 1 de cada 25 personas en este grupo etario en riesgo de una importante interacción entre fármacos. Otros riesgos incluyen el mal uso accidental de los medicamentos recetados y el posible empeoramiento de problemas de salud mental existentes. Por ejemplo, un estudio del 2019 de pacientes mayores de 50 años observó que más del 25% de quienes usaban indebidamente benzodiacepinas u opioides recetados expresaron ideas suicidas, en comparación con el 2% de quienes no los consumían, lo que subraya la necesidad de una evaluación cuidadosa antes de recetar estos medicamentos.
Analgésicos opioides
El dolor persistente puede ser más complicado en los adultos mayores que tienen otros problemas de salud. Hasta un 80% de pacientes con cáncer avanzado reportan dolor, al igual que el 77% de los pacientes con enfermedades cardíacas y hasta el 40% de los pacientes ambulatorios de 65 años o más.8 Entre el 4 y el 9% de los adultos mayores de 65 años toman analgésicos opioides recetados para controlar el dolor. Entre 1995 y 2010, la prescripción de opioides para adultos mayores en las visitas al consultorio médico se multiplicó por nueve.7
La población de 55 años o más en Estados Unidos aumentó aproximadamente el 6% en el período 2013-2015, pero la proporción de personas en ese grupo etario que buscaron tratamiento para el trastorno por consumo de opioides aumentó casi el 54%. La proporción de adultos mayores que consumen heroína —un opioide ilegal— aumentó más del doble entre el 2013 y el 2015, en parte porque algunas personas que consumen indebidamente los opioides recetados pasan a esta droga menos costosa.
Marihuana
El 9% de los adultos de 50 a 64 años reportaron el consumo de marihuana el año anterior en el período 2015-2016, en comparación con el 7.1% en 2012-2013. El consumo de cannabis el año anterior entre los adultos de 65 años o más aumentó marcadamente, del 0.4% en el 2006 y 2007 al 2.9% en el 2015 y 2016.
Marihuana medicinal
Un estudio realizado en Estados Unidos sugiere que casi un cuarto de las personas mayores de 65 años que consumen marihuana reportan que un médico les recomendó marihuana el año anterior. La investigación sugiere que es posible que la marihuana medicinal alivie los síntomas vinculados con el dolor crónico, la higiene del sueño, la malnutrición y la depresión y ayude con los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer. Es importante destacar que la planta de marihuana no ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) como una medicina. Por lo tanto, es necesario evaluar los beneficios potenciales de la marihuana medicinal frente a sus riesgos, particularmente para las personas que sufren otros problemas de salud o toman medicamentos recetados.
Riesgos del consumo de marihuana
El consumo regular de marihuana a cualquier edad, por razones médicas o por cualquier otro motivo, se ha vinculado con trastornos respiratorios crónicos, depresión, deterioro de la memoria, efectos negativos en la función cardiovascular y alteración del buen juicio y las habilidades motrices. La marihuana puede interactuar con muchos medicamentos recetados y complicar tanto los problemas existentes de salud como los cambios fisiológicos que son comunes en los adultos mayores.
Nicotina
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reportan que en el 2017 aproximadamente 8 de cada 100 adultos de 65 años o más fumaban cigarrillos, lo cual aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y cáncer. Si bien este índice es menor que el de los adultos más jóvenes, la investigación sugiere que los adultos mayores que fuman tienen mayor riesgo de que su salud se debilite; sin embargo, el riesgo de los fumadores que han dejado de fumar no parece ser mayor. A pesar de que cada año se producen aproximadamente 300,000 muertes vinculadas con el cigarrillo entre las personas de 65 años o más, el riesgo disminuye en los adultos mayores que dejan de fumar. Un fumador típico que deja de fumar después de los 65 años podría agregar dos o tres años a su expectativa de vida. Después de un año sin fumar, la mayoría de los exfumadores reducen a la mitad su riesgo de cardiopatías coronarias.